9 de noviembre de 2011

Hombre de Cristina, de Washington Cucurto

Me he reducido a ser un hombre de Cristina
En esta época, en estos días, en estos quilombos matutinos
me dejo llevar por la fantasía
que sale de la boca de una mujer.
No participo, estoy viejo,

mis hijos me dejaron mis nietos
para que los cuide.
No participo: cuido críos.

Y la miro, la escucho a ella
por cadena nacional, en bicicleta.
Mi Amada Cristina, morocha seductora
--me atrevo a imaginarle gordas caderas.

Mi Caderona Nacional.
La escucho, la veo
hablar por ejemplo de cooperativismo,
de mujeres embarazadas que tendrán,
a falta de un marido, su ayuda social.

La Morocha Nacional no puede hacer que nos enamoremos de otra.
Veo su cara, su cuerpo, sus palabras
su demoledora tristeza, la tristeza evidente de su alma.
Su Infinita Tristeza en afiches y letreros
por dondequiera que viajo en la gran ciudad.
Se me pianta una lágrima, no voy a negarlo.

No participo, estoy viejo
para cualquier militancia
que no sea leer a Pepe Cuevas, a Lihn o a Teillier

Su foto en las calles
tomada de la mano
de unos niños rumbo al colegio.
Ah...

Estoy viejo para el kirchnerismo,
esa es la palabra exacta.
Pero no estoy viejo para Cristina,
se me pianta una lágrima.
La veo, la escucho, me reduzco
a ser un hombre de Cristina.
Mis hijos se separaron,
se emborracharon
y me dejaron sus hijos.

Hijos de hijos
Estoy viejo para la militancia
para el reduccionismo del kirchnerismo.

La veo, la escucho esa tristeza evidente, infinita
de sus ojos es la misma de mis ojos

Oh Morocha Nacional
tomame de la mano
como un escolar pobre
y enseñame la Casa Rosada.

1 comentario:

{ maría } dijo...

subí los otros dos de ayer