13 de noviembre de 2016

Autobiografía musical: los Pixies

Manejo por Lugones un lunes feriado a las tres de la tarde después de jugar un partido de fútbol. Suena en el equipo del auto, vía celular y Spotify, Head Carrier, el disco nuevo de los Pixies, sexto de la carrera de la banda y segundo tras el hiato de 23 años (1991-2014) durante el cual no publicaron música nueva. 
El karma de la rebeldía persigue al rock desde que una agrupación revolucionaria llamada los Beatles hizo bailar de alegría a las corporaciones. Dice el escritor Simon Reynolds que la cultura pop es adicta a su propio pasado. El secreto reverencial con que custodiábamos el tesoro personal que contenían nuestros discos de vinilo hoy está a la vista digital del universo: la infinita disponibilidad nos convierte en arqueólogos de lo que quedó atrás. La sensibilidad retro no es furiosa ni subversiva, dice Reynolds: lo que reina es una ironía ecléctica. 
A cierta edad, es difícil que una banda nueva o un autor nuevo tengan para uno la fuerza conmocionante que tuvieron en la juventud. La lógica de las industrias culturales (ahora llamadas creativas) es cada vez más la de la alta rotación: una novedad tras otra es lanzada al mercado y, para captar la atención, desde un lado y otro del mostrador periodístico, se la adorna con promesas bombásticas de grandeza artística. La actualidad candente, las promesas y las narraciones de aprendizaje: todo eso pertenece a la lejana juventud. 
Escucho obsesivamente Head Carrier y el disco va entrando lentamente en mí. Me gusta. ¿Qué son los Pixies? El lugar común periodístico dice que fueron una de las bandas precursoras del indie, ese movimiento musical y existencial impreciso que explotó a principios de los 90 con Nirvana y demás monstruitos del grunge. ¿Pero qué es el indie? Eran un poco de todo: guitarras distorsionadas y actitud hacelo-vos-mismo, ya sin el enojo apocalíptico del punk. Letras irónicas sobre la vida contemporánea y la adolescencia ramonera pero con mayor apertura estilística. El indie era el expresionismo del punk desde el escepticismo suburbano del garaje. 
Escribí sobre Head Carrier de los Pixies para Brando, noviembre de 2016.

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