9 de marzo de 2014

LOS TALLERES LITERARIOS, ¿SON UN FRAUDE?

A propósito de una nota en la revista Ñ

¿Qué podemos decir de esto que con un estilo retórico muy visitado por las vedetongas televisivas declara un artículo de una revista cultural? No es un texto que tenga fundamento científico, precisamente. La psicología, la política, los suplementos culturales, los gimnasios, etcétera, etcétera, también son un fraude, vistos de cierto modo. Los seres humanos necesitamos organizarnos en torno a creencias; a veces, los suplementos culturales (exactamente igual que los programas de chimentos) necesitan organizarse en torno a polémicas que saben falsas. Supongo que el autor de la nota, cuando dice que los talleres literarios son un fraude, sugiere que prometen algo que no cumplen. Su idea de la escritura, muy siglo XX, es que es una especie de pirámide en cuyo vértice superior están los santones que enumera (y que yo no dejo de apreciar, pese a ello).
Prefiero entender la literatura y la escritura de otra manera: como actividades que responden a la muy humana idea de narrarse y pensarse todo el tiempo. Como toda actividad humana, la literaria se ordena en jerarquías que producen mandatos, presiones, etcétera. Pero lo poético no es de propiedad exclusiva de un grupito de iluminados. El hecho poético, la fascinación que producen un cuento o un poema, aparece de muchas maneras en muchos lugares. La literatura es una gran producción colectiva, y lo que menos importa es cuál es el apellido que llega a convencernos de su pertenencia al selecto grupo de semidioses que el campo intelectual, tan primitiva y humanamente como el campo de la música preadolescente, necesita darse. La literatura es de todos, no sólo de Borges o de Joyce. Lo que llamamos literatura aparece en todos lados.
El formato de un taller es muy exactamente el mismo que el que armaban los hombres que se reunían alrededor del fuego a contar historias. Sócrates daba talleres literarios, y Flaubert también daba uno, al que iban entre otros Gogol y Maupassant, a ponerse en pedo y corregir sus textos. ¿Al poeta anónimo, a Sócrates y a Flaubert les pagaban? Sí, de una u otra forma. Ni yo ni la enorme mayoría de la gente que conozco que da talleres de escritura los basa en la promesa de la publicación; se trata más bien de lidiar, a través de la escritura, con los temas de la vida; sí, es de algún modo una actividad con un costado terapéutico, como el yoga, el gimnasio y las ted talks que daba Sócrates. Sócrates, grupos de doce pasos, talleres literarios: in your face.
Por otro lado, es muy notorio que en cualquiera que va un tiempo a un taller de escritura se ven claramente los progresos: igual, otra vez, que en cualquiera que va un tiempo al gimnasio. Escribir, como tocar un instrumento, es una práctica que se aprende. Se lo puede hacer solo o con pares o con maestros. Pero el cotejo con la escucha del otro es algo bien necesario. Decir que los talleres literarios son un fraude es como decir que las escuelas son un fraude; son frases atendibles, por cierto, pero que sólo se le pueden ocurrir a un holgazán mimado de los jardines del saber.
Desde ya que los talleres de escritura son uno de los caminos posibles; hay otros.
Cuando en la Introducción a este libro recuerda con nostalgia el taller literario que lo ayudó en sus comienzos como escritor, Chuck Palanhiuk dice todo esto mejor que yo: http://www.bsolot.info/wp-content/uploads/2011/03/Palahniuk_Chuck-Error-humano.pdf

http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/Hanif-Kureishi-Taller-Litererio_0_1097290688.html

2 comentarios:

Unknown dijo...

"Su idea de la escritura, muy siglo XX, es que es una especie de pirámide en cuyo vértice superior están los santones que enumera (y que yo no dejo de apreciar, pese a ello)." y luego decís que "Por otro lado, es muy notorio que en cualquiera que va un tiempo a un taller de escritura se ven claramente los progresos".
Quizás el problema de la piramide y del EGOLATRA superior que juzga (y viceversa) sea el problema de "tallerismo" y del sin sentido de la literatura en general.
Muy del siglo XX lo tuyo de hablar en absolutos sobre una práctica (la de leer) tan embrutecedora como para que la mayoría lea traducciones pensando que lee al autor (en poesía es casi border esta idea)
Tocar un instrumento requiere OIDO, escribir también y eso no se aprende, ni se practica por mas que patalees.
Ahora si crees en dios y te asumís como tal... todos mis respetos pero lo lamento mucho pero fumar hace (muy) mal.

Diego dijo...

Sí, además, ¿qué cabeza hay que tener como para que los talleres literarios te hagan exhalar semejante prosa enfadada?